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NO SÓLO DE INDIANA JONES VIVE EL CINÉFILO



Escribíamos ayer, en la columna de IDEAL, unas notas sobre Elefantes en Granada, que pensé iba a suscitar algo más de debate, la verdad. Hoy, en las páginas de Vivir del mismo IDEAL escribimos de nuevo de cine, pero desde otra óptica. A ver qué les parece. Y las preguntas son: ¿qué te parece este Festival? ¿Vas a ir a alguna de las películas-actos de Cines del Sur?



Llega la segunda edición de Cines del Sur, la cita anual que tenemos los granadinos con un cine distinto y a contracorriente, un cine proveniente de latitudes lejanas y desconocidas por estos lares. Durante diez días, tendremos la oportunidad de ver películas chinas, hindúes y de otros países del Lejano Oriente. Películas magrebíes y africanas. Cine sudamericano, más allá de las comedias argentinas que han llegado a nuestras pantallas en los últimos años.

Llega Cines del Sur cargado de exotismo, colorido y sonoridad. Un festival que, en este segundo año, afronta dos retos fundamentales. El primero, conquistar al público. A través de la cartelería y los anuncios en prensa, ese elefante que se nos ha plantado en mitad de la Alhambra es un inmejorable reclamo para unos espectadores que tenemos una inmejorable ocasión de demostrar que, en Granada, hay ganas de ver otro cine diferente al que estamos acostumbrados. No porque no nos guste el cine comercial y palomitero, sino porque no sólo de Indiana Jones y Jack Sparrow vive el cinéfilo.



Hace falta, pues, que Cines del Sur suene. Que se cuele en las conversaciones, en los bares y en las tabernas. Que sea motivo de debate en los pasillos de las facultades y en las cafeterías universitarias. Que consiga imponerse como una cita ineludible para apuntar en rojo en la agenda, igual que ocurre con el Festival de Música y Danza, por ejemplo.

Ahora bien, para llegar a la gente, es necesario ofrecer un producto de calidad. Ya sabemos que el cine africano y el hindú no pueden competir en glamour con un Donosti y sus Conchas o siquiera con un Festival de Cine Español de Málaga. Pero propuestas tan serias como la de Valladolid, alejándose de la farándula, del ruido y la furia mediáticos, se ha convertido en una cita imprescindible del calendario fílmico-festivalero continental, merced a una programación exquisita en que se puede ver buena parte de las mejores producciones presentadas en los certámenes de medio mundo.



En la primera edición de Cines del Sur se proyectaron películas para todos los gustos y, junto a producciones excelentes, hubo otras menos afortunadas y algunas, incluso, indigeribles. La sección oficial a concurso fue muy desigual y cosechó bastantes aplausos, pero también se produjeron puntuales deserciones en masa de la platea del Isabel la Católica que resultaron preocupantes.

Cines del Sur, lo sabemos y así lo asumimos, es una cita arriesgada y valiente que nos presenta películas distintas, contadas de forma diferente a las habituales y en las que la imaginación y la creatividad de sus equipos artísticos han de compensar la generalmente ausencia de grandes presupuestos.

No podemos esperar, pues, secuencias de acción trepidante, efectos especiales y digitales a mansalva o repartos con actores y actrices de campanillas. Sí queremos ver, sin embargo, historias atractivas, guiones solventes y propuestas fílmicas que, siendo diferentes, vayan más allá del exotismo de su puesta en escena y la belleza de los paisajes. Queremos películas comprometidas, películas que nos muestren cómo se vive en otras partes del mundo, películas que hablen de sentimientos, esperanzas, deseos y frustraciones. Películas que, durante diez días, permitan a Granada convertirse en una ventana abierta a los muchos mundos que el en el mundo hay, más allá de los sempiternos y habituales.



Cines del Sur tiene que ser un escaparate, vivo y palpitante, a lo que pasa en los rincones más recónditos del planeta, gracias a un puñado de cineastas que, con sus cámaras, contribuyen a que la globalización tenga un sentido diferente al habitual. Cines del Sur tiene que ser un canto a la diversidad, propiciando una mirada alternativa al mundo en que vivimos. Tiene que servir para borrar fronteras, acortar distancias y, a través del cine, propiciar un mayor conocimiento y comprensión de culturas.

Con ese fin nació Cines del Sur y esperamos fervientemente que todo ello se vaya consiguiendo, hasta lograr que el Festival se convierta en un oasis permanente de cultura alternativa, en esta Granada que tan necesitada está de ello.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.


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EL SALTO DECISIVO





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¿CON QUIÉN TE IDENTIFICAS?




Preparando el cuerpo para una sorprendente e inminente entrada del Proyecto Florens que, si el tiempo lo permite y la autoridad no lo prohíbe, subiremos el próximo domingo, día atlético por excelencia... ¿o no?


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LOS FINALISTAS DE LOS PREMIOS LITERARIOS DE SEMANA NEGRA 2008




Ya está aquí la relación de Finalistas más esperada de las últimas semanas. ¡Y con una agradabilísima sorpresa en forma de Celsius 232, una nueva categoría para la Ciencia Ficción!

Los Finalistas de los Premios Literarios de Semana Negra son:

Hammett
Delincuente Argentino, de Ernesto Mallo, Planeta Argentina
El imán y la brújula, de Juan Ramón Biedma, Ediciones B
Pájaro en mano, de Juan Madrid, Ediciones B
El bulevar del miedo, de Juana Salabert , Alianza
Chamamé, de Leonardo Oyola, Salto de Página



Espartaco
El naufragio del imperio, de Juan Esteban Constain, Planeta Colombia
Troya al atardecer, de Antonio Sarabia. Belacqua.
Ars Mágica, de Nerea Riesco. Grijalbo
Los malos años, de León Arsenal, Edhasa
El agua y la tierra, de Julio Murillo, Edhasa
El juglar, de Rafa Marín, Minotauro
El secreto del oráculo,José Ángel Mañas, Destino



Silverio Cañada
El necronomicón nazi, de Vicente Álvarez, Roca Editorial
Camino de Ida, de Carlos Salem. Salto de Página.




Walsh
David Graiver, el banquero de los montoneros, de Juan Gasparini, Norma
Memorias de una infamia. de Lydia Cacho, Debate.
Prueba de fe, la red de cardenales y obispos en la pederastia clerical. Sanjuana Martínez, Planeta México




Celsius 232 (nuevo premio de Ciencia ficción - fantasía)
Alejandro Magno y las águilas de Roma, de Javier Negrete, Minotauro
Nadie me mata, de Javier Azpeitia, Tusquets
Pluma de León, Yoss. Neverland.
Madrid, Daniel Mares. Parnaso
La llave del abismo, de José Carlos Somoza. Plaza y Janés.

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ELEFANTES EN LA ALHAMBRA



Dejamos la columna de hoy de IDEAL. Además, mañana sábado volveremos sobre el tema de Cines del Sur, pero desde otra perstectiva.

Lo habrán visto ustedes, en los anuncios de la prensa, en los carteles que hay por las calles o en las propias antesalas de los cines comerciales: un enorme elefante hunde sus patas en uno de los estanques de la Alhambra, bajo un cielo azul, entre cipreses y palmeras.


Pocas imágenes tan poderosas como ésta para captar la atención y espolear la curiosidad de los espectadores, de cara a la inminente segunda edición del Festival Cines del Sur. Una de esas imágenes imposibles, provocadora y surrealista que, sin embargo, define a la perfección qué es este Festival en el seno de Granada: un anacronismo, una flor en el desierto, una casualidad.

Porque, sabido es, en la sempiterna ciudad aspirante a la Capitalidad Cultural del Mundo Mundial, en una de las ciudades universitarias por antonomasia, con más de sesenta mil estudiantes matriculados, en la plaza más demandada por los Erasmus de toda Europa... no hay una sala de cine comercial en la que ver cine de autor, cine en versión original, cine a contracorriente o cine minoritario.

De todos los fracasos culturales de Granada, que los hay, y bien gordos, el de la imposibilidad de ver en sus pantallas de cine algo diferente a los blockbusters americanos y similares es uno de los más flagrantes y criticables. Que el cine es un negocio, todos lo sabemos. Y que vivimos en una sociedad de libre mercado, también. Pero se me hace raro pensar que determinadas películas europeas, asiáticas y latinoamericanas no tengan un aceptable público potencial en una sociedad teóricamente culta y cultivada como la granadina.


Granada, exudando cultura.


El año pasado, tras la finalización de la primera edición del Festival Cines del Sur, soñé con que otro tipo de cine iba a tener cabida, aunque fuera cuatro días a la semana, en una de las salas más pequeñas de alguno de los complejos cinematográficos de esta ciudad. Pero, excepción hecha de algún título estrenado esporádicamente en Multicines Centro, en unas condiciones de exhibición bastante precarias, nada de nada.



Pensé, iluso de mí, que el Isabel La Católica, además de lucir palmito en Puerta Real y servir como taquilla para los eventos de Atarfe, volvería a albergar proyecciones de cine. De ese cine minoritario, pero esencial y necesario. Que la Universidad se echaría adelante en esto de la promoción cultural y posibilitaría la proyección de esas otras películas, de forma regular, en salas convencionales.



Que la Diputación haría por agrandar el estrecho canal de exhibición cinematográfica que mantiene abierto actualmente y que las decenas de fundaciones y entidades patrocinadoras del Festival contribuirían a paliar los efectos de la exclusión cinematográfica que nos separa de Málaga y Sevilla, sin ir más lejos. Pero no. Al final, el cine de autor en Granada encuentra su mejor expresión en ese cartel tan clarividente y visionario: una rara avis, extraña como un elefante caminando por la Alhambra.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PD.- Si ven ustedes la programación de Cines del Sur y se sienten desbordados antes el gazpacho de nombres impronunciables que pueblan la Sección Oficial, lo mejor es hacer caso de David López, de Séptimo Vicio, empapándose de la Guía Esencial del Festival que publica hoy IDEAL en su sección Vivir: “Cines del Sur sin perder el Norte”.

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CINEFILIA COMPULSIVA

Hola. Me llamo Jesús Lens y soy... cinéfilo compulsivo.



Anímense a unirse a esta orgía cinéfila, hablen de sus secuencias favoritas y aprovechemos para recordar esos grandes momentos vividos frente a una pantalla.



Y preparen sus neuronas y sus dedos para debatir, mañana, sobre cuestiones cinéfilas radicalmente distintas a las de hoy...

SECUENCIAS DE HOLLYWOOD PARA EL RECUERDO



Hoy, en IDEAL, una doble página de esas cuya escritura resulta ser un sueño, no en vano, te “obligan” a repasar algunas de las secuencias cinematográficas que más te han impresionado en tu vida como cinéfilo... Caben muchas más, pero creemos que estas son imprescindibles... ¿o no?

Pinchen en el enlace de arriba, para dejar sus opiniones y sugerencias en la página de ideal.es

Barba de varios días, tocado con sombrero y con el látigo en el cinto, la imagen del intrépido Indiana Jones es una de las figuras que los aficionados tenemos grabada a sangre y fuego en nuestro particular imaginario cinéfilo. Sea corriendo desesperadamente mientras una enorme piedra redonda le persigue, a punto de aplastarle, sea disparando al amenazador contrincante que hace una espectacular demostración del uso de la espada frente a él; el intrépido arqueólogo interpretado por Harrison Ford se ha convertido, por derecho propio, en un icono de la cultura popular gracias, fundamentalmente, a secuencias como las descritas.







Hay películas que han pasado a la historia del cine, más allá de por haber ganado el Oscar o por haber reventado las taquillas –que también –por albergar secuencias memorables que, de inmediato, quedan fijadas para siempre en la retina del espectador. Secuencias espectaculares que justifican, por sí mismas, el pago de la entrada del cine. Secuencias que, por su potencia, su simbolismo, su capacidad de anticipación y evocación o por el virtuosismo con que fueron filmadas; siguen dando que hablar, pasados los años.

La cortina de una bañera, la hermosa Janet Leigh bajo el agua, una presencia amenazante que abre la puerta, un cuchillo y la desgarradora música de Bernard Herrmann hicieron de la secuencia de la ducha de “Psicosis”, dirigida por Alfred Hitchcock, una de las más famosas y celebradas de la filmografía de un director famoso por conseguir que la mayoría de sus películas albergaran auténticos tour de forces magistrales, como la secuencia del avión que persigue a Cary Grant en “Con la muerte en los talones” o la parafernalia musical que rodeaba el intento de asesinato del final de “El hombre que sabía demasiado”.














El cine de terror ha sido terreno abonado para las secuencias más impactantes y sobrecogedoras. Dejando aparte las interminables y cada vez más insulsas sagas de Viernes 13, Freddy Krueger y alrededores; las repulsivas imágenes de Linda Blair, la niña de “El exorcista”, vomitando sobre el padre Merrin o girando la cabeza 360 grados mientras insultaba a los sacerdotes que intentaban expulsar al demonio de dentro de ella, siguen provocando pesadillas a millones de personas de todo el mundo.


Como impactante era la aparición del voraz extraterrestre que surgía del interior de las tripas de John Hurt en “Alien, el octavo pasajero”. Una secuencia espectacular en cuya filmación, el director Ridley Scott utilizó dos litros de sangre y dos kilos de tripas de animal, para dotar de crudo realismo visceral a uno de los momentos cumbres de la película interpretada por Sigourney Weaber. En principio, se pensó en utilizar cuatro litros de sangre que saldrían a borbotones del cuerpo de Hurt, accionados por un dispositivo explosivo, pero al director le pareció excesivo y lo dejó en la mitad.







Otra película mítica de la ciencia ficción tiene una secuencia que ha pasado a los anales como la elipsis más radical de la historia del cine. Estamos en África, en los albores del tiempo. Amanece. El sol aparece por encima de un extraño monolito que ha aparecido en la falda de una montaña habitada por un grupo de simios. Uno de ellos coge el hueso de un animal muerto y, mientras la música de Wagner suena en un electrizante in crescendo, empieza a golpear el resto de despojos que yace sobre el suelo. El simio ha descubierto una herramienta. O un arma, como inmediatamente se podrá comprobar, cuando se vea atacado por un grupo de simios rivales. Tras aporrear al contrario con el hueso, convertido en mazo letal, enfervorizado, lo arrojará al cielo y, mientras cae, se convertirá en una nave espacial que, al son del Danubio Azul de Strauss, gira entorno a la tierra. La evolución del ser humano, en un puñado de fotogramas majestuosos.




Otra secuencia fascinante que aúna la música de Wagner con objetos voladores es el crudamente operístico, excesivo y barroco ataque de los helicópteros a un poblado vietnamita al son de las valquirias, en “Apocalypse now”, de Francis Ford Coppola. Comandados por el enfermizo Coronel Kilgore, al que dio vida el actor Robert Duvall, tras la masacre perpetrada por la caballería aérea norteamericana, los soldados se echaban a las aguas a hacer surf para, por la noche, organizar una barbacoa como si se encontraran en las playas de California. Uno de los mejores y más perfectamente acabados ejemplos de cómo funciona la política exterior yanqui: conquistando por la fuerza de las armas e imponiendo sus particularidades culturales allá dónde se trasladan.




También acontecía en Vietnam la truculenta secuencia de la ruleta rusa en que los personajes interpretados por Robert de Niro y Christopher Walken ponían a prueba una amistad desequilibrada por las torturas sufridas en una prisión del extremo Oriente, al caer prisioneros del Vietcong y ser obligados por sus captores a participar en el siniestro juego de dispararse a la cabeza con una pistola en cuyo tambor había una sola bala.

Pero volvamos al universo de Francis Ford Coppola, en cuya trilogía de “El Padrino” hay decenas de secuencias memorables, pero quizá ninguna tan fuerte y tan descriptiva como la de la cabeza del purasangre cortada, tirada en la cama del productor cinematográfico que desairó a Don Corleone. Los gritos de Jack Woltz retumbando en su mansión vacía y la posterior cara del Padrino, charlando con sus hijos y preparando la reunión con El Turco, es uno de los mejores resúmenes de la forma de arreglar los problemas que tenía Don Vito.






Expeditivo. Como Harry Callahan, cuya imagen tras un Magum del 44, espetando al delincuente de turno que había tenido suerte de salir con vida después de haberse enfrentado a tan poderosa arma, se relacionaba directamente con esa otra imagen justiciera, personificada en un Robert de Niro desquiciado que, convertido en el insomne “Taxi driver” de Martin Scorsese, se dirigía a un espejo para, armado con una pistola y sintiéndose todopoderoso, enfrentarse a un enemigo imaginario: “¿Me estás hablando a mí?” Después, en la intimidad de nuestra habitación, todos hemos emulado alguna vez a Travis y, por supuesto, hemos conseguido intimidar a nuestro propio reflejo imaginario.




Pero si hablamos de Nueva York, es obligatorio referirse a “Manhattan”, de Woody Allen. Antes de mudarse a Europa y sucumbir a los encantos de Londres o Barcelona, el diminuto director judío le dedicó una carta de amor a la Gran Manzana en una película que conseguía captar los matices más íntimos y sensuales de la ciudad, mientras sonaba el clarinete de la mítica “Rapsody in blue”, de George Gershwin, y el puente de Brooklyn aparecía entre las brumas de un glorioso amanecer en el blanco y negro más luminoso jamás filmado.





Y ya que estamos en blanco y negro, repasemos tres clásicos del cine que forman parte del acervo cultural del siglo XX. Decenas de años después, la imagen de Chaplin atrapado en los engranajes de una cadena de montaje, en “Tiempos modernos”, sigue siendo la mejor y más poderosa crítica que se ha hecho al capitalismo salvaje desde una pantalla de cine. Y, por supuesto, está el famosísimo camarote de los Hermanos Marx de “Una noche en la ópera”. Todavía hoy, cuando nos referimos a un lugar abarrotado e impracticable, tiramos del célebre habitáculo marxista. ¡Y también un huevo duro! Puro surrealismo.




Como surrealista es lo que pasa con la famosa bofetada de “Gilda”. Porque se dice así. La bofetada de Gilda. Lo que podría hacernos pensar que fue ella, la sensual aventurera interpretada por Rita Hayworth quién abofeteaba a Farrell, el buscador de fortunas al que puso rostro Glenn Ford.



Y no. En realidad, era Gilda la que, además de hacer un sensual strip tease con un guante, desnudando provocativamente su brazo, recibía un sonoro tortazo por parte del macho viril. Aunque también es verdad que ella le sacudía dos bofetadas y le propinaba unos cuantos puñetazos en el pecho. Pero la bofetada famosa, la bofetada que pasó a la historia del cine y por la cuál “Gilda” se hizo célebre, se la propinó él a ella.

CÉLEBRES ALOCUCIONES

El cine es imagen. Por supuesto. Pero también, desde que Al Johnson interpretó al cantor de jazz, es sonido. Hemos comentado algunas secuencias que, en parte, son famosas por la música y banda sonora que las acompañan. Pero también hay momentos célebres en la historia del cine basados en las vibrantes alocuciones de los protagonistas de algunas películas.

Loa filmes basadas en obras de Shakespeare, en ese sentido, son modélicas. Del “Julio César” de Mankiewicz al “Otelo” de Orson Wells, los discursos y diálogos de estas adaptaciones son grandiosos. Pero, por quedarnos con un ejemplo más cercano, recordemos a Mel Gibson, con la cara pintada de azul, instigando a las tribus escocesas a luchar contra los ingleses, apelando a una palabra mágica: libertad. Un discurso encendido que levantaba a las masas y conseguía enardecer al patio de butacas de los cines en que se proyectaba la película.

Y, por supuesto, tenemos que recordar a Escarlata O´Hara, jurando no volver a pasar hambre, en Technicolor, mientras el cielo se teñía de rojo luminoso por la combinación cromática del sol poniente y las nubes lejanas. Como Rojo era el mar que Charlton Heston, transmutado en Moisés para la ocasión, conseguía partir en dos para permitir que los judíos huyeran de la ira del faraón en “Los diez mandamientos”, un puro espectáculo visual de Cecil B. de Mille que, en su momento, causó conmoción.


Para la secuencia más espectacular de la película se filmó cómo se vertían en un tanque más de un millón de litros de agua y, después, se proyectaba al revés dicha filmación, lo que creaba la ilusión óptica de que el agua retrocedía ante el poder de Dios invocado por Moisés, para inmediatamente después, ahogar a los soldados egipcios que perseguían al pueblo prometido.




Tendríamos que hablar de King Kong en lo alto del Empire State Building, manoteando desesperadamente por evitar las balas con que las ametralladores de los aviones le aseteaban. O al cruel gángster interpretado por James Cagney, en “Al rojo vivo”, invocando a su madre para demostrarle que había llegado a la cima del mundo, antes de volar por los aires. Pero, para terminar, queremos recordar otro célebre discurso pronunciado desde las alturas: el de Pepe Isbert en “Bienvenido Mr. Marshall”, cuando, en el balcón del Ayuntamiento, se afanaba en el deliciosamente célebre “Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a dar...”





Pues eso. Que hemos dado un repaso por algunas de las secuencias más recordadas, mentadas, imitadas y comentadas de la historia del cine. Aunque no están todas las que son, pensamos que son todas las que están. Por supuesto, hay muchas más. Pero ésa ya es otra historia...

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.









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DE LA GUERRA DE LOS FOGONEROS A UN POSTRE AMARGO


Dedicado a mi sorprendente y sorprendida Alter Ega, Cristina Macía,
cuyo esencial y necesario tratado gastronómico “Dame la lata”,
imprescindible para solteros, supervivientes y estresados
ya está encargado a mi querido agente del Círculo de Lectores.


Tenía unas ganas locas de tomar partido en la denominada Guerra de los Fogones que enfrenta a Santamaría, como abanderado de la comida de toda la vida, con Adriá & co., defensores de las deconstrucciones, el guisado con nitrógeno y las cocinas termoespaciales de diseño, más parecidas a un laboratorio de artista que a una honrada trastienda en que trajinar con alimentos.



Estaba afilando la pluma, presto a enfangarme en el debate, cuando caí en la cuenta de que nunca he ido (ni presumiblemente iré) a ninguno de esos templos de la nueva gastronomía. Ni de la vieja, que Santamaría habla mucho, pero cobra a precio de oro nitrogenado cada una de las judías ultrabiológicas que sirve en un plato de fabes.

Así que, dejo que sea Forges el que hable por mí en esto de la Guerra de los Folloneros, digo Fogoneros. Y también le cedo la palabra a Cristina, que una vez me leyó escribir mal sobre Adriá y me amenazó con decostuirme los morros de un sopapo.



Y vamos con un tema gastronómico más de andar por casa, rebajando el alcance de la guerra de las cocinas a ámbitos más domésticos. Hace unas semanas escribimos unas notas tituladas “Cómo perder un cliente en media hora” en que comentábamos lo acontecido en una cafetería con un camarero un tanto chungo.

El sábado pasado, cenando en el restaurante La Bella Dama, Sacai y yo nos enfrentamos a una situación, llamémosla curiosa, de esta nuestra Granada hostelera y gastronómica. En este caso, voy a referir los hechos de la manera más objetiva, fría y desapasionada, recabando vuestra opinión sobre lo que pensáis del hecho. Sin hacer juicios de valor previos.

Un hecho intrascendente, que conste, pero desde mi punto de vista, muy ilustrativo de... Bueno. Luego lo comentamos.



El caso es que nos habíamos tomado una tabla de ahumados y una fondue de carne, unas cervezas y unas coca-colas. Y pedimos el postre. Nos apetecía terminar de castigarnos el cuerpo con una fondue de chocolate. Las había de varios tipos. Nos decidimos por la de chocolate a la menta.

A Sacai le encantan las fresas así que le preguntamos al camarero que con qué fruta ponían la fondue.

- Con bizcocho, piña y melocotón.
- ¿Puede ser con fresas?
- Pues fresas hay en la cocina, pero voy a preguntar.



Al minuto, regresó el camarero para decir que sí. Que podía ser con fresas. Pero que tenían que ir como complemento del postre. Efectivamente, nos trajeron la piña, el melocotón, el bizcocho... y un cuenquito con siete fresas partidas en tres cada una. Y digo siete siendo generoso.

Nos tomamos la fondue, pedimos la cuenta y, por las fresas, nos cobraron 3,21 euros.

Llegados a este punto, podría decir lo que opino del tema y las sensaciones provocadas por el detalle en cuestión. Pero prefiero escuchar vuestro parecer. Y que conste que la cosa no tiene que ver con el dinero. Yo, como buen cinéfilo, sé que hay que dejar un 10% de la cuenta en concepto de propina. Cuando la propina es merecida.



En este caso, y sintiéndolo por el camarero, serio y profesional, no hubo propina. Que hubiera sido de seis euros. Luego pensé que el hombre podría haber dicho que no. Que no había fresas. Y listo. Es verdad que el tema de los 3,21 no era responsabilidad suya. Pero, en aquel momento, el cuerpo no me pedía dejar propina, precisamente. Aunque si nos dice que no hay fresas y luego otro comensal las pide...

En fin. Que no sé qué piensan ustedes de este método de gestión hostelero-gastronómico.

¡Pasapalabra!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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SENEGAL, TAN LEJOS, TAN CERCA. IMÁGENES DE LA GLOBALIZACIÓN

Repasando las fotos que vamos a mandar para la exposición del Festival del Sur de Agüimes, sobre nuestro viaje a Senegal, me quedo con cinco imágenes sobre un Senegal que está tan cerca y tan lejos. Fútbol, cayucos, rap, anotaciones sobre los pupitres... El mundo, grande, pero pequeño. Una serie para unir a la de Ser mujer en África, Niños del Senegal y la Niña de la Mella.




Fotos Senegal: Jesús Lens & Sacai.

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SEMANA NEGRA 2008: LLEGAN NUEVAS Y BUENAS NOTICIAS

El primer Boletín de la Semana Negra , que ya va emergiendo en el horizonte...

Después de tantos años nuevos cambios, nuevos movimientos. Para un festival itinerante no sólo no es sorpresa sino que es de agradecerse. Los cambios obligan a mover las neuronas a pesar de los mil y un problemas técnicos que plantean. Estaremos al borde (y más que al borde) de la Playa de Poniente de Gijón.



Era evidente la tentación de crear un lema como: “Debajo de las carpas se encuentra la Arena”, de suaves reminiscencias sesenta y ocheras. El nuevo escenario, ya lo veréis, es de una gran belleza y posibilita integrar de alguna manera el Acuario de Gijón y el Museo del Ferrocarril.

Quisimos que los problemas de logística no afectaran a la columna vertebral del encuentro, su espacio literario y que incluso las actividades vinculadas a la literatura y la promoción de la lectura no sólo no disminuyeran sino que aumentaran.

Lo hemos logrado.

El Encuentro literario se construyó como una mesa de dos patas llamada “Hallazgos y reencuentros”. Entre los reencuentros, quizá lo más destacable será la presencia del norteamericano George RR Martín, quizá la figura más importante de la literatura fantástica contemporánea, un autor de culto y de masas, cuyas ediciones de la saga Canción de hielo y fuego se agotan una tras otra.


A él se suman la recuperación del novelista argentino Juan Sasturain, la presencia de los autores españoles José Carlos Somoza, Fernando Marías, Juana Salabert, Carles Quilez, Nerea Riesco. Alfonso Mateo Sagasta, Javier Azpeitia, David Torres, Vicente Álvarez, Jerónimo Tristante, Juan Bolea, Julio Murillo, Empar Fernández, Francisco Galván, Fermín Goñi, Alejandro M. Gallo, Kama Gutier, Ricardo Menéndez Salmón y Juan Ramón Biedma, un autor que fue descubrimiento de la Semana Negra.



Junto a ellos la mexicana Sanjuana Martínez, cuyo último libro ha provoca un escándalo público en México, e los españoles José Luis Muñoz, Joaquín Pérez Azáustre, Frank Quazar, Nacho Guirado. Nos acompañarán también el colombiano Mario Mendoza, los argentinos Juan Gasparini y Raúl Argemí, el norteamericano David Hall, los cubanos Amir Valle, Lorenzo Lunar y Rebeca Murga, el británico Mike Carey y el peruano Goran Tocilovac, que volverá a estar a cargo de uno de los talleres.

José Manuel Fajardo José Ovejero y Antonio Sarabia develarán en Gijón la historia secreta de Noelia una fotorreportera. Un grupo muy importante de narradores de ciencia ficción y fantasía española encabezado por Elia Barceló, Juan Miguel Aguilera, Rodolfo Martínez, Rafael Marín Trechera, el ganador del premio Minotauro de este año Fernández Giordano, Víctor Conde, Marc R. Soto y Daniel Mares.







Y esta es sólo la punta del iceberg de una lista que se irá ampliando conforme varios autores invitados confirmen su asistencia.

Los hallazgos. Este año hemos puesto el centro de nuestro interés en un muestrario de autores y novelas excelentes que por razones múltiples (publicados en editoriales pequeñas con poca fuerza de promoción y distribución, editados en países latinoamericanos sin distribución externa, editados en colecciones erróneas, o cualquier otro motivo) han pasado desapercibidos, no son conocidos, o no han recibido la atención que merecen de los lectores. Sería nuestra lista de hallazgos, de descubrimientos de relanzamientos:



En principio la lista incluye al novelista norteamericano James Sallis, que una parte de los lectores de culto de novela negra reconoce fácilmente como uno de los grandes maestros. Estamos hablando del novelista policiaco chileno Roberto Ampuero, primera figura y bestseller en su país y apenas publicado fuera de él. Estamos hablando de un par de jóvenes escritores como la española Mercedes Castro, autora de “Y punto”, una singular novela policiaca y del novelista histórico y extraño erudito colombiano Juan Esteban Constaín. Estamos hablando del novelista cubano Jaime Saruski, no conocido en España, autor de una estupenda novela histórica sobre la invasión pirata de Walker a Nicaragua; del español Santiago Posteguillo cuya novela sobre las legiones romanas se ha convertido en un libro de culto entre los aficionados, del británico Steve Redwood, que revisa el paraíso bíblico en clave de fantasía, del novelista italiano Massimo Carlotto, extremadamente popular en su país.

Estamos hablando del periodista cubano Angel Tomás González, que tras un largo periodo de espera finalmente aparece en España con su primera novela “Los Ángeles tocan maracas”, del novísimo y brillante narrador colombiano Nahum Montt, de los argentinos Leonardo Oyola y Carlos Salem y de varios más cuyos nombres iremos añadiendo en la medida en la que los confirmemos.






Dos libros aparecidos en los últimos meses sobre la guerra civil y sus secuelas serán presentados en Gijón, lo de Antonio Brevers: “Juanín y Bedoya, los últimos guerrilleros”” y Juan Carlos Arce: “La noche desnuda”.

Intentaremos tener de nuevo con nosotros a Ángel González de una manera diferente, trataremos de volver su ausencia una presencia y recordar su poesía en las voces singulares de otros, una lista de “otros” fuera de lo común”. El recital de poesía de este año correrá a cargo de Luis García Montero, Joaquín Sabina y un tercer autor aún no confirmado. Mantendremos la tradición de los recitales nocturnos que tanto éxito ha tenido.

Tras el éxito del formato de tertulias, que hemos experimentado en ediciones anteriores, haremos girar las tres primeras en torno a la idea del mal, el enemigo, el personaje negativo, los monstruos.

Este año la producción editorial de la Semana Negra será superior a otras ediciones. Publicaremos una antología de Marc Behm que se presentará en el homenaje que haremos al autor recientemente desaparecido, los catálogos de nuestras exposiciones, un libro sobre el cine de culto de vampiros mexicanos, un texto sobre la Autobiografía en el cómic.

El libro que la Semana Negra edita con el apoyo de Pepsi, será este año un volumen doble dedicado a los narradores alemanes de entre guerras y a la visión del periodo de la república de Weimar desde nuestros días. La concentración del talento de esa generación de narradores antifascistas y nuestra revisión, producirán un llamado a la memoria. Esperamos un libro inolvidable. Estará con nosotros el autor de la antología Carlos Fortea, y la especialista Ana Pérez.
Todas las ediciones de la SN serán gratuitas y se entregan a los asistentes a las presentaciones.

Este año añadiremos un nuevo premio literario a los premios Hammett, Walsh, Memorial Silverio Cañada y Espartaco, que se entregan todos los años. En colaboración con la Asturcón entregaremos el premio Celisius 232 (la temperatura a la que arde el papel de los libros, en un claro homenaje a Bradbury) a la mejor novela publicada en el año anterior de ciencia-ficción o fantasía de un autor hispanoparlante.



Una novedad importante será la exposición dedicada a reproducir la batalla de Gaugamela, protagonizada por Alejandro Magno, con millares de soldados de plomo. La haremos en colaboración con el Museo L´iber de los soldaditos de plomo de Valencia y las intervenciones de José Ángel Mañas y Javier Negrete.

Otra novedad será una nueva carpa dedicada al mundo audiovisual: largometrajes, microcortos, documentales audiovisuales, que se sucederán a toda velocidad, atrayendo a públicos interesados y casuales.

En el apartado del cómic habrá dos exposiciones, la primera confirmada será sobre la obra Blacksad de Guarnido y Canales, el cómic español más conocido actualmente en el mundo. Contaremos además con una larga lista de autores que incluye a: Michael Gaydos, Mariel Soria, Carlos Giménez, Eduardo Ocaña, Luis García, Joan Mundet, Nacho Casanova, D´Israeli, Miguel Gallardo, Ivo Milazzo, Jorge García, Quim Pérez, Ricardo Machuca, Boldú, Ricardo Machuca, Douglas Braithwaite, Alfredo García, Carles Santamaría, Alex Gallego, Sonia Pulido, Antonio Navarro, Toni Guiral. Uno de nuestros temas será la autobiografía en el cómic.

En resumen, un gran festival literario en medio de una fiesta popular, en los que la fiesta de la cultura no se riñe con las culturas de la fiesta. Acompañarán al encuentro literario los elementos habituales de la Semana Negra: terrazas, bares, gastronomía, mercadillo interétnico, grandes y pequeños conciertos. Y como es normal en el Festival se injertan otros dos festivales, la Asturcón y el prestigiado festival de Fotoperiodismo.

Empezamos a informar, apenas el principio.

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INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Ya se estrenó. Por fin. Después de años de proyectos frustrados, guiones fallidos y agendas que no encajaban, hubo un día en que los astros se alinearon y... ¡aquí está! ¡Ya llegó! ¡La nueva aventura de Indiana Jones!



Y ha querido la casualidad que haya sido con este memorable estreno que hayamos comenzado a colaborar con la inquieta, activa y valiente gente de Séptimo Vicio.

A partir de ahora, reseñas, críticas y otras cuestiones que tengan que ver con el mundo del cine, las podréis seguir, también, en esa estupenda web de confección granadina y proyección mundial.

La reseña de “Indiana Jones y la calavera de cristal”, de la que podéis leer con total tranquilidad los tres primeros párrafos, sin miedo a descubrir cualquier aspecto de la trama, comienza así:

“La cuarta de Indi: ¿latigazo o gatillazo? No es mía la expresión, que conste. La leí en un foro de Internet. Tras presentarse en Cannes, la crítica se dividió en dos. Por una parte, la que entró en el juego planteado por el equipo artístico encabezado por Lucas y Spielberg. Para esta facción, “Indiana Jones y la calavera de cristal” es un latigazo.



Sin embargo, para los críticos más sesudos, esta cuarta entrega de las aventuras del arqueólogo más famoso de la historia del cine es un gatillazo total y la película es un fiasco. Lo que a mí me gustaría saber es lo que opinan los sesudos gatillazos de la trilogía primigenia, pero bueno, tampoco hay que hacerle mucho caso a esa facción de la crítica que gusta de convertir el cine en un ejercicio de sufrimiento y expiación para el espectador.

Para mí, digámoslo ya, esta aventura de Indi y la calavera de cristal ... leer más. Sin miedo.

Jesús Lens.

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OTRA DE ESAS IMÁGENES IMPOSIBLES

En esta ocasión, la imágen imposible enlaza con un evento cierto, posible y real sobre el que volveremos muy pronto: el Festival Cines del Sur... Tras las imposibles imágenes tipo Escher y aquélla otra sorprendente del carapicha, dejamos una muy real, como tendremos ocasión de demostrar.




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JESÚS LENS TUERO. IN MEMORIAM

Hace diez años, tal día como hoy, recibí la llamada telefónica más devastadora de mi vida. Trabajaba entonces en la Plaza de Villamena cuando, a media mañana, me avisaron desde la Universidad. Nadie me quiso decir nada, excepto que subiera a Filosofía y Letras lo más rápidamente posible. Hablé con mi hermano, que tampoco entendía nada. Aquello no tenía sentido alguno ya que la única opción lógica para que nos hicieran subir con urgencia a la Facultad, sencillamente, no podía ser. Porque esa mañana, nuestro padre, estaba tan bien como siempre.



Por desgracia, con tanta valentía como honda pesadumbre, Pedro Pablo nos confirmó la noticia. Jesús Lens Tuero había fallecido súbitamente, en plena Facultad.

No soy persona que guste de mirar atrás. Y, cuando una pérdida como ésa te golpea salvaje e inesperadamente, sólo hay un camino: tirar adelante, como los burros. Y eso hicimos en casa. Mirar al frente y continuar con nuestra vida.



Ello no obsta para que, cuando nos encontramos con Miguel Villena, Jesús, Pedro Pablo y el resto de compañeros de nuestro padre, nos dé una enorme alegría fundirnos en un abrazo con quiénes siempre han llevado a gala el considerarse los discípulos del que fuera, en su memento, el catedrático más joven de España, un joven gallego de poco más de veinte años que se vino a una Universidad de Granada en plena efervescencia.

Es un honor hablar con José Vicente Pascual y escucharle contar cómo nuestro padre, cuando era Decano de Filosofía y Letras, ayudaba a los estudiantes detenidos por la policía en la época de la Transición. O leer ese anónimo que los fascistas le mandaron a casa, amenazando con quemarle el coche si seguía permitiendo que los rojos camparan a sus anchas por la Facultad al facilitarles la infraestructura necesaria para que mantuvieran sus asambleas clandestinas y sediciosas.



Aunque no vivamos de recuerdos, no podemos más que sentir un profundo orgullo y una enorme satisfacción cuando pasamos por la extraordinaria librería de la Universidad de Granada, orilla de la Plaza de Isabel La Católica, y vemos en el escaparate el estupendo y generosamente editado volumen de Epieikeia, en el que decenas de compañeros y amigos brindaron un emotivo homenaje a la memoria del profesor Lens Tuero, profesor en el más amplio sentido de la expresión, que disfrutaba con la filología griega, pero que descubrió a los Americanistas y no pudo sustraerse a su poderoso influjo, que amaba “2001. Una odisea del espacio” y “Los centauros del desierto” con la misma desaforada pasión con que escuchaba todas las óperas del mundo.


John Wayne, los Centauros y nuestro padre, siempre unidos en nuestra memoria


En los últimos años, una de las actividades que más satisfacciones le proporcionaba era dar clases de cultura española a los jóvenes extranjeros que cursaban estudios en el Centro de Lenguas Modernas de la Universidad granadina. Nos volvía locos, a mi hermano y a mí, para que le localizáramos imágenes y sonidos de cante flamenco, toros, pintura, cine, etcétera. Por eso, el día en que le dedicaron un Aula en dicho Centro fue uno de los más emotivos para nuestra madre, que sabía lo mucho que disfrutó en aquel lugar, dando clases a estudiantes de medio mundo.



Han pasado diez años. Ya. Sólo. Diez años en los que tantas y tantas cosas nos han pasado. Diez años intensos, con sus luces y sus sombras. Diez años repletos de acontecimientos de los que nos hubiera gustado que nuestro padre hubiera sido partícipe y testigo. Por desgracia, las circunstancias de la vida no lo dispusieron así. Pero siempre nos queda la íntima satisfacción de saber que muchas de las cosas que nos han pasado a lo largo de este tiempo se las seguimos debiendo a un hombre sabio y bueno cuya huella sigue permaneciendo viva.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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