Se calcula que, con 125.000 millones de dólares, se erradicaría la pobreza extrema en el mundo. El economista Jeffrey Sachs, autor del excelente y esencial libro “El fin de la pobreza”, publicado por la editorial Debate, lo ha cifrado exactamente, a través de un riguroso y apasionante estudio que, dejando atrás las abstracciones de siempre, demuestra que, si queremos, podemos. Y así se subtitula, precisamente, el libro de Sachs: “Cómo conseguirlo en nuestro tiempo.”
A lo largo del tiempo, cada vez que se han planteado estas cifras y estas necesidades, a todos se nos ha venido a la boca una palabra: utopía. Estemos más o menos concienciados por el problema de la pobreza en el mundo, siempre nos hemos refugiado en las excusas más peregrinas para justificar nuestra imposibilidad terminar con una lacra que, en el siglo XXI, resulta inconcebible.
Por si no queremos perdernos en las macrocifras, recordemos, a título de ejemplo, que por el precio de dos SMS, un niño del Malí comería tres veces al día, en vez de esa única comida a base de mijo que hace ahora. Que unas Nike cuestan lo que dos años de escolarización de ese mismo niño o que un profesor gana 120 € al mes.
Y, sin embargo, estos meses nos están sirviendo para llevarnos un restregón de realidad que, la verdad, no sé si nos hará abrir los ojos o, por contra, nos llevará a cerrarlos total y definitivamente. La crisis, ya lo sabemos todos, ha dado cerrojazo el mercado interbancario y la falta de liquidez ha provocado un contagio sistémico de pánico, poniendo en jaque al sistema capitalista en su conjunto.
Aún así y de momento, no parece que nadie se haya suicidado, como ocurriera el año 29, tirándose desde un rascacielos. Han desaparecido cientos de miles millones de euros, vale. Pero parece ser dinero improductivo, virtual, ficticio, como el del Monopoly. La crisis, en fin, parecía haber hundido un castillo de naipes insostenible, cimentado en pies de barro.
Y, así las cosas, ¿cómo han reaccionado nuestras autoridades?
Pues de una manera muy curiosa: poniendo en marcha, de forma inverosímilmente rápida, un plan de salvación del sistema neocapitalista que, sólo en Estados Unidos, se ha cifrado en 750.000 millones de dólares.
Bidonvilles africanas: ¿Por qué aquí no hay subprime?
Volviendo al principio de estas notas... terminar con la pobreza extrema que mata, cada año, a millones de personas, costaría 125.000 millones de dólares. Y no estamos, ni de lejos, en el camino para conseguirlo. Sin embargo, en apenas unos días, aparecen 750.000 millones, sólo en Estados Unidos, para salvar la banca.
Llámenme simplista, maniqueo, infantil, soñador, iluso... Llámenme lo que quieran, pero piénsenlo y sólo podrán llegar a una conclusión racional, harto sencilla: ¡Esto es una ignominia!
Por mi parte, estoy feliz de que se salve el sistema, no se pierdan los ahorros de la gente, podamos cobrar la nómina a final de mes y ver el fútbol el domingo. Me quedo profundamente tranquilo al contemplar que el mundo sigue girando y las Bolsas engordando. Y, sin embargo, no puedo evitar sentir rubor y vergüenza por cómo Occidente está salvando las excrecencias de un sistema corrupto hasta la médula mientras seguimos dejando que, cada cinco segundos, un niño muera de hambre en África.
Para nosotros, todo. Para ellos, nada.
Tengo esa sensación que te embarga en las noches de verano, cuando te has tomado tres sangrías y te tumbas a mirar el cielo estrellado. Empiezas a pensar en el cosmos, en las distancias siderales y en la vastedad del universo; te abrumas, te levantas y te vuelves a la orza, por otra sangría. Y a la barbacoa, por un pinchito, a charlar con algún amigo y reír con el último chiste del momento.
Así somos.
Ojalá que, al menos, la historia nos juzgue con la severidad que nos merecemos. Porque somos culpables de la muerte de decenas de millones de personas. Si no por acción, sí por omisión. Por omisión. Usted y yo. Somos culpables.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
Más reflexiones sobre la Crisis: Subcrime organizada, IMG el Dólar del Pánico, y aquélla respuesta a una carta al director basada en el artículo Manda crisis.
Etiquetas: pobreza, crisis, economía, vergüenza, hambre, jefrey sachs
12 comentarios:
Jesús, qué buen artículo.
Y parece que ahora es cuando el mundo tiene crisis. Y que la última crisis gorda fue la del 29. Claro, en todos estos años no se han muerto millones de niños al año sólo por no tener agua corriente, por ejemplo, ni tampoco han quedado huérfanos por guerras que no salen en la hoja de ruta de las noticias... No, no había crisis. Pero ahora, al parecer sí la hay. En lugar de comprar "danup" pues nos atiborramos de las natillas del Dia. Es que uno de cuatro habitantes del mundo, ¡ahora estamos en crisis! Y los otros tres, ¿qué natillas han tomado hoy?
En fin, estamos en crisis.
Genial artículo, Jesús.
Claro
Muy buen artículo. El periódico en el que se ha publicado está necesitado de articulistas así. Hay que seguir por ese camino.
Las cifras nos marean tanto que perdemos la perspectiva. Hoy hablamos muchos sobre esto y con el enfoque que le das... pero mañana, cuando l atormenta haya pasado, se habrá avanzado algo...?
Buenisima entrada y necesaria Jesus, muy necesaria porque es muy cierto que todos somos culpables de lo que ocurre en Africa. Creo que tenemos una gran deuda con ellos ya que llevamos cientos de años sacando todo el jugo que lleva dentro y dejándoles de recuerdo solo la amarga cáscara. Los hemos escalvizado, les hemos provocado guerras para robar sus riquezas, los hemos usado de banco de pruebas de nuestros medicamentos y sin embargo aquí seguimos tan tranquilos, durmiendo placidamente por las noches.
Desgraciadamente y aunque la historia nos juzgue, cosa que no creo que sirva de nada, las cosas seguiran igual, ellos muriendose de hambre y nosotros con la cabeza dentro de la orza.
La riqueza al igual que la Energía, ni se crea, ni se destruye, tan solo se transforma; pero, la gran pregunta es ¿hacia donde ha ido todo ese caudal de beneficios que han hecho tan asquerosmente ricos a los de siempre?
¿Seremos capaces de renunciar un poquito, a nuestro opulento estado de bienestar, para lograr que la gran mayoría de habitantes del globo, pueda tan solo sobrevivir?
Grandes dudas tengo sobre la eficacia de que los poderosos aporten soluciones para cambiar la forma de enfrentar la "nueva" economía global.
Magnífico artículo Jeús, muy en consonancia con el de tu Alter.
Saludos!!
Totalmente de acuerdo. Pero sobre todo me llama la atención el comentario de Claro cuando señala la de muertes que se han producido por el simple hecho de no tener acceso al agua potable.
Se estima que China en 10 años entrará en recesión por este problema (no de agua potable, si no de la falta de agua para los cultivos que satisfacen la demanda de su población por la sobreexplotación y contaminación de sus acuíferos), en España se estima en unos 25 años y en el resto de los países "desarrollados" la media es de unos 20 años.
Hace nada escuchábamos y comentabamos sobre la Crisis Alimentaria, pero desde la crisis financiera nadie habla de ella. ¿acaso habrá dejado de morir gente por la escased y el alto precio de los alimentos? ¿habrá sustituido la crisis financiera a la alimentaria? Pues nada, que se siga hablando del puto dinero mientras los problemas de la mayor parte de la población mundial siguen aparcados esperando a que la banca se lo lleve calentito.
El gilipollas de Aznar decía el otro día que el cambio climático podría (si es que se daba) afectar a nuestros tataranietos, pero este imbécil no sabe que el problema con toda seguridad lo tenemos detrás de la nuca, no por la aceleración del cambio climático, sino por el agua y nuestro "desarrollo" insostenible. Pero sigamos desviando ríos (como quieren hacer al río Castril, o al Segura, o al Tajo...) y sobreexplotando los acuíferos en lugar de replantearnos nuestro modelos de desarrollo.
Bastante bueno.
¿Sabéis lo peor? Que son unas obviedades tan grandes, concitan tantas adhesiones y las vemos tan claras... que terminamos por olvidarlas.
No sé. Es duro. ¿Qué hacemos? ¿Dejamos de mandar SMSs?
¿Como podemos transformar las buenas intenciones en actuaciones positivas?
Porque esa es la gran frustración: estar de acuerdo y sentirnos incapaces de hacer nada.
¿Qué se os ocurre?
Buenas obviedades, amigo Jesús, de tan buenas ni siquiera las meditamos. Cada día que compramos, por ejemplo, ropa de marca, sabemos que es trabajo de niños mal pagados de India o sepa usted dónde. Sabemos que los gobernantes de esos países, con sus muchas pisadas, han hecho un desfiladero en los Alpes para llegar pronto a Suiza y, por eso, estoy contigo en que nuestra generación está cometiendo un grave pecado de omisión con el Tercer Mundo ¿O será Cuarto?
Y están algunos más que los “probeticos” Azanar y el primo de Rajoy que qué bien vienen como esponjas. Pero, pregunto, ¿qué están diciendo en el fondo? ¿no será que cuando la Naturaleza se pone en movimiento esto no tiene solución? ¿Creéis que el mundo puede devenir a situaciones de principios del siglo XX, hagamos lo que hagamos? ¿De verdad creéis que eso está en nuestras manos? ¿Los países emergentes van a estarse quietos sin producir polución? ¿Los chinos sin coches? El mundo es un ser vivo, y vivirá con o sin nosotros. Pero, esa sería otra cuestión.
Amigo mío, divina coincidencia, de las que ilusionan de verdad. Además, dos artículos en la misma línea, lo que demuestra que existe una conexión muy importante.
Tu artículo demoledor, mucho más directo que el mío, sin tapujos, llamándole al pan pan y al vino vino. Esas el privilegio que tenemos quienes podemos ver nuestros artículos publicados, que en algún lugar harán su efecto, sin duda. Lo que planteas con datos, sobre el precio de mitigar la pobreza sonroja a todos los gobiernos sean del signo que sean. Que asco me da este sistema, dios.
No sé si llego a tiempo a este debate, Jesús, que disparaste con tus lúcidas reflexiones.
Parece que los aviadores de Bin Laden le hubieran acertado a algo más que las Twin Towers y, con precisión o torpeza infrahumana, se hubieran estrellado hace siete años contra los pilares del sistema.
Me enteré de que mientras el Congreso de los Estados Unidos le cuestionaba el paquete "salvador" de 700 mil millones a Bush, aprobaba muy tranquilo su presupuesto de defensa, de alrededor de 600 mil millones.
Disiento contigo en una apreciación: no somos culpables -los de a pie, los que no colonizamos. Sí somos responsables, que no es lo mismo: como ciudadanos votantes y se supone que pensantes, no intervenimos activamente en la política. La Constitución de mi país dice que "el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes"... Trampa mortal. Los "lobies" empresariales no figuran en el texto constitucional pero son ellos, con presiones políticas y sobre todo económicas, los que deciden. Los laboratorios que nos toman como conejillos de Indias no trabajan sólo con africanos pobres, lo hacen en cualquier país que no extreme sus controles, sucedió hace un par de meses en Argentina, en un hospital del conurbano, y es sólo un ejemplo. La industria petrolera ha volteado gobiernos en mi país y ha estado impulsando cruentas guerras en la región (la llamada "Guerra del Chaco", que a mediados del siglo veinte se llevó la vida de miles de paraguayos y bolivianos). La explotación intensiva del quebracho, en el norte de Santa Fe, fue de la mano con una represión salvaje a los obreros en lucha y la devastación de esa zona, convertida luego en un desierto. Sobran los ejemplos, sólo hay que ponerse a investigarlos y difundirlos, que la gente se entere, ahora que la indiferencia que promueve la opulencia está jaqueada por este maremoto financiero. No somos culpables, las armas y la explotación a la que apoyan son herramientas históricas de las clases dominantes.
Admiro a Sachs pero le encuentro un inconveniente a sus reflexiones: si se "ayudara" a los pobres de la tierra con esa masa de dinero, podrían alimentarse y, como es sabido, los pueblos bien alimentados, una vez satisfechos, salen a preguntarse quiénes son, por qué hasta entonces y qué mañana y... vienen por más. Mejor que duerman la eterna y letal siesta del infradesarrollo. Fíjate qué eufemismo: a los países pobres se los llama "emergentes" o "en vías de desarrollo", en vez de usar la simple y correcta definición de pobres.
Nadie se hace rico si no trabaja, si no transforma la materia prima, si no se preserva a sí mismo y a sus semejantes, si no atina a explicarse por qué la tierra, que le da todo, no le pertenece, aunque haya nacido en ella y tenga más raíces que un bosque.
Un abrazo.
Guillermo
Guillermo, es verdad. Más responsables que culpables, suscribo todas tus palabras. Sobre todo con las que haces referencia a que, en realidad, mejor mantener el statu quo, vayamos a que los parias de tierra pidan lo suyo.
Muchas gracias por estas aportaciones, Guillermo, Carrasquño... al menos hoy hemos hablado de todo ello.
Alter, no sé si habrña sido o no consciente, pero ha sido un puntazo. Y tu artículo es, sin duda, un mazazo de realidad a buenrollismo bienpensante que nos rodea.
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