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LOS MALOS MOLAN

Dejamos otra de las columnas que hemos escrito para IDEAL estas semanas.

Sea cuál sea la novela ganadora del Premio Hammett* de este año 2008, su protagonista principal habrá sido un tipo malo. Muy malo. Y es que la cinco novelas finalistas del premio más importante de las letras negras y criminales escritas en español, que se hace público hoy viernes en el marco de la Semana Negra de Gijón y en cuya resolución he tenido el honor de participar como jurado, tienen un denominador común: los malos son los protagonistas.



Posiblemente, la gran revolución del siglo XXI, en las narrativas literaria y televisiva, ha sido ésa: dar el protagonismo y los mejores papeles a los personajes más desagradables, indeseables y molestos. Y dentro de esta revolución, habría dos facciones. Por un lado, estaría la versión más ligera de la maldad, según la cuál, personajes tradicionalmente buenos como médicos, policías o abogados, serían grandes profesionales que salvan vidas y hacen que la justicia triunfe, pero personalmente resultan bastante patéticos y execrables. House, Vílchez, Shark, Bauer o los personajes de las novelas de James Ellroy serían un buen ejemplo de ello.



Pero hay otras series y libros más valientes que dan el protagonismo a los auténticamente malos de la historia. Dexter es un asesino en serie y Tony Soprano, un violento mafioso homófobo y racista de medio pelo. Los personajes de la novela “Chamamé” son ladrones y asesinos y Juan Madrid, en “Pájaro en mano”, no deja títere con cabeza en la Marbella de la especulación y el pelotazo.



Después de años y años en que para protagonizar una historia en la televisión había que ser bueno y guapo, venciendo una inveterada tradición literaria negra y criminal según la cuál los personajes principales de las novelas eran inquisitivos detectives, sanos inspectores de policía, abnegados abogados defensores o vocacionales periodistas en busca de la verdad; parece que el reverso tenebroso se ha adueñado de las mejores series de televisión y novelas de género.



Se acabaron los héroes puros y virginales, guapos y, como mucho, atesoradores de algún defectillo o pecado venial, como el beber más de la cuenta o ser más pendencieros de lo deseable. Nada importante, realmente. Hoy, para ser creíble, James Bond tiene que ser bastante más canalla y sanguinario que antes, estando dispuesto a torturar, mutilar y asesinar sin que le tiemble el pulso.



¿Hemos perdido definitivamente la inocencia? ¿Será una reacción provocada por el miedo al terrorismo anónimo y global, que puede golpear salvajemente en cualquier momento y lugar, rompiendo con el eterno mito de los buenos y los malos que tan claramente definidos parecían estar hasta la caída del Muro de Berlín? ¿Será una de las consecuencias del relativismo absolutista que nos invade, según el cuál todo, absolutamente todo, es susceptible de matización y justificación?



O, quizá sea que, parafraseando a Lisa Bonet en “El corazón del Ángel”, siempre es el malo el que hace latir rápido el corazón de una chica. En cualquier caso, lo que está claro es que los malos, molan.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

* El Hammett fue, ex aequo, para dos novelas magistrales y gloriosas: “Chamamé”, de Leonardo Oyola y “El imán y la brújula”, de Juan Ramón Biedma, cuya lectura recomiendo fervorosamente a todos ustedes.



12 comentarios:

El Foces dijo...

Los del cine, claro, a mi, el Botin y sus colegas no me "molan".

Jesús Lens dijo...

Jajajja. Está claro que no es lo mismo. Al Botín le falta glamour!!!!

Avelino Vallina dijo...

Osea, que sólo nos molan los malos cuando hacen daño a los otros, pero cuando nosotros somos sus víctimas la cosa ya no tiene tanta gracia...
Eso tiene un nombre muy, pero que muy feo.

María Martín Calvo dijo...

Bueno, leyendo tu artículo de hoy, pues me ha venido a la memoria una canción de Elbicho (yo que soy de los malos), que me encanta (dicho sea de paso), tiene una letra que por más vueltas que le doy no consigo ver la clase de maldad. En realidad si que se la saco, pero esa maldad no me gusta nada. Si tienes posibilidad de escucharla, comentamela.
Por los demás malos... algunos enganchan porque son directos y claros (como a muchos les gustaría ser).
Y eso de que los malos molen...molen a las chicas... si me pones a un malo James Bon delante... molan, si señor, molan...

Anónimo dijo...

Y es que ya se sabe que lo siniestro, la maldad siempre ha ejercido un gran poder de atracción en el hombre. Gran artículo,Jesús.
Saludos.

Jesús Lens dijo...

Avelino, ¿a qué nombre se refiere? Que hablamos de ficción, hombre!!!

María, El Bicho es que pone nervioso. No consigo aguantarlo... Pero lo intentaremos.

Néfer, lo malo, lo prohibido es siempre más excitante que lo blanco, lo puro y lo bueno. ¡¡¡Claro que sí!!! Cuando escribo cuentos, siempre es más divertido escribir al malo y sus cosas que al tontaco del bueno!!!!

Anónimo dijo...

Me encanta Dexter... hace tiempo que vi las dos primeras temporadas (recomiendo ver la serie en versión original), y después tuve que comprarme las tres novelas en las que se basa la serie (la primera: Dearly Devoted Dexter, de Jeff Lindsay).
Para mí el héroe perfecto... un asesino con reglas, que descuartiza a asesinos que no tienen reglas...

El Foces dijo...

Es verdad, los buenos son tontos y duran poco... fijate en Abel con su Cain y el lio de las lens culinaris del Esau y el Jacob... por poner ejemplos conocidos.

Es mejor estar a medias tintas...

Anónimo dijo...

En Argentina a los demasiado buenos se le llama Buenudos, mezcla de bueno y pelotudo.
Los escritores de novela negra argentinos en realidad abuenan a los malos, si contaran la realidad de los personajes que nos rodean los tratarian de escribas de ciencia ficcion. JA!!!. Rodolfo.

J. Jiménez Gálvez dijo...

Me estoy terminando la quinta temporada de Los Soprano y después ire por la última. Una obra de arte. Lo bueno de este show es que siempre dudamos si los malos son malos, malísimos; o si son buenos, (no tanto, buenísimos).

Jesús Lens dijo...

Los malos son mejores que los buenos!!! Los Soprano los tengo parados. He de darles un empujón. Me alegro de que les gusten. Sin embargo, a Dexter no le he pillado el punto. Debería insistir.
Rodolfo, gran deficinición !!!!!!

María Martín Calvo dijo...

Capitán, insiste con Dexter... esos razonamientos completamente irracionales me tienen enganchada... ya a por la tercera temporada...