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GEBRE: PEQUEÑO GRAN HOMBRE

Hay proyectos que, de tan ilusionantes, se retroalimentan a sí mismos con la fuerza de un volcán y uno de ellos es el ya conocido como El Proyecto Florens , que ha arrancado fuerte, con la historia de Haile Gebreselassie, a la que hemos titulado “Nacido para correr.”




Releyendo la historia de Gebre, a través de la evocadora prosa de mi alter ego y buen amigo José Antonio Corricolari, me resulta imposible evadirme de algunos momentos, vivencias y sensaciones provocadas por este pequeño gran hombre, cuya sempiterna sonrisa es la mejor carta de presentación, el mejor aval de una personalidad extraordinaria.

Me gustaría empezar mi semblanza íntima de Gebre en la noche de un mes de noviembre de hace ya algunos años. Acababa de llegar a la ciudad de Addis Abeba e IBERIA me había perdido la mochila. Cuando todavía era noche cerrada, un coche me llevaba al hotel. Y me quedé dormido. Un bache me despertó de golpe. Abrí los ojos y me llevé un susto morrocotudo al encontrar los márgenes de la carretera repletos de sombras que pasaban corriendo, a ambos lados del coche.


Foto Lens


¿Qué era aquello?

Atletas. Corredores.

Antes de que la primera claridad de la mañana hubiera roto por el horizonte, las calles principales de Addis ya estaban abarrotadas por centenares de personas que comenzaban la jornada calzándose unas zapatillas y echándose a correr.

Me quedé impactado. Porque, antes de llegar a Etiopía ya sabía que iba al corazón del Fondo mundial, a esa franja del Rift que es una verdadera factoría de extraordinarios atletas de fondo y medio fondo. Pero nunca me había imaginado que el atletismo, más que un deporte o una sana afición, fuese una auténtica religión, profesada con entusiasmo por miles de personas.



Foto Lens

Quiso la casualidad que, veinte días después, cuando terminaba mi periplo por tierras etíopes, me enterara de que el mismo domingo en que volvía a España, se celebraba en Adis una carrera popular contra el SIDA, organizada por el propio Gebre. Aunque no tenía unas buenas zapatillas para correr, sino unas de esas mixtas entre zapatilla y bota de montaña, con suela rígida, pensé que podría apuntarme a trotar un rato en una iniciativa tan encomiable.



Foto Lens

Utópico. El máximo de posibles registrados era de 12.000 atletas... y hacía varios días que se había alcanzado el tope. Aún así, y como la salida de la carrera me pillaba cerca del hotel, me acerqué a ver el ambiente. Y aquello era una cosa bárbara, tremenda y descomunal. Miles de personas atestaban las más populosas arterias de la ciudad.

Pero, y seguimos con las casualidades, mira por donde, de repente, se organiza un revuelo a nuestro lado. ¡Oh sí! ¡Es él! El pequeño Gebre en persona estaba a junto a nosotros, sonriendo a diestro y siniestro. Iba a dar la salida a su carrera, una carrera que resultó ser un puro espectáculo para los sentidos.



¡Oh, es él! El pequeño gran hombre en persona

Foto Lens

Volví al hotel y terminé de hacer el petate. Inmensamente entristecido por tener que regresar a casa después de un viaje tan largo y cansado como enriquecedor. Llegamos al aeropuerto y mientras íbamos hacia la salida de “Internacional”, un todoterreno negro aparcó junto a la puerta. Y de él se bajaron Gebre junto al altísimo Paul Tergat y los atletas kenianos que habían venido con Paul para participar en la carrera contra el SIDA.



Es lo que tienen los amigos. Que están cuando se le necesitan y Tergat apoya incondicionalmente a su rival y amigo. Una cosa llamativa: en el aeropuerto, todo el mundo trataba a Gebre con el mismo respeto que cariño. Por su puesto, no tuvo que presentar ningún papel para que le dejaran pasar y ayudar a sus colegas a pasar los bultos por el scáner y el control de pasaportes. Nada de ayudantes, chóferes ni mandangas. Hombre humilde, activo y colaborador, como cualquier persona, lleva a sus amigos al aeropuerto y les despide amablemente.

Es lo que tienen los grandes campeones. Que también son grandes personas. No es de extrañar, pues, que Gebre sea un mito en su país. Porque, aún habiendo ganado títulos mundiales y olímpicos y haber batido todos lo récords mundiales del fondo que se podían batir, el pequeño gran hombre se quedó en su país, Etiopía, invirtiendo su dinero en uno de los países más pobres del mundo, contribuyendo a generar riqueza para sus compatriotas.



Gebre es un ejemplo para su pueblo, un mito viviente en una sociedad que idolatra a sus atletas, un país en que a Bekele se le conoce, sencillamente, como Kenenisa. La etíope es una nación orgullosa de la que surgen extraordinarios atletas, en cuyo ascendiente Haile Gebreselassie, el pequeño gran hombre, juega un papel determinante.

Antonio Jesús Florens.




14 comentarios:

José Antonio Flores Vera dijo...

Genial amigo mío, esa nueva entrada de nuestro proyecto, que crece cada día. Una historia arrebatadora, excepcional ¡ qué hubiera dado por vivirla ! Ya sabes de mi admiración por Geb. Uno intenta escrutar al hombre y al atleta que es capar de volar y hacer dos horas y cuatro minutos en maratón y piensas que no es humano. Pero resulta que es muy humano, tal y como tu pudíste vivir. Con artículos así se enriquece nuestro proyecto.

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu post. Lo estaba viviendo mientras lo narrabas. Me gusta la actitud de la gente que corre. Dice mucho de su actitud con respecto a cómo ven y afrontan la vida: siempre avanzando, sin dar marcha atrás, con la vista en el horizonte.

Buen fin de semana

Claro

Anónimo dijo...

Un gran Post. Estas africano, pero bien africano

victor dijo...

Patón, se nota tu admiración por África y su gente. Haile es una de esas personas casi divinas no ya solo por su talento para correr sino por esa forma que tiene de afrontar la vida sin grandes pretensiones y ayudando a los menos favorecidos en su tierra. Un 10 para Geb. Saludos

Jesús Lens dijo...

Me alegro de que les guste. La verdad es que fue un maravilloso colofón a un viaje espectacular. Ver a Gebre, el ambiente de las calles...

Sí, estoy en clave africana. Espero no estar aburriéndoles, pero es cuando nos da un apretón de este tipo, hay que aprovecharlo antes de volver a la normalidad vigente.

Jesús Lens dijo...

Querido Alter Ego, es que este proyecto es una pasada. Ahora te toca a ti, jejeje. Yo voy a ver si trabajo en Induráin o en Garbajosa.

Jesús Lens dijo...

Por cierto que hay que hacer un planteamiento a los amigos de Las Verdes que tiene que ver con correr y con África.

Anónimo dijo...

Vaya tipo mas cojonudo. Son de esas personas que, sin conocerlas, aciertas como son personalmente. Porque viendo correr al gran Gebre con esa cara de buena persona y esa sonrisa tan sincera y contagiosa, penando y sufriendo para ganar a las otras voraces y veloces gacelas, te dices: este hombre es de otra pasta, me cae feten y tiene que ser una gran persona. Y es de los pocos a los que se le puede decir: todos los jugones y craks se rien de la misma forma. Sin duda, un tipo de mucha altura.Pepe

Paco Montoro dijo...

Bravo por compartir tan grata experiencia y acercarnos una vez mas a este gran atleta-persona, que por cierto va a correr el MAPOMA.

Jesús Lens dijo...

¿Sí? Pero si ha corrido en Dubai hace nada y la MAPOMA es durísima!!! Un orgullo, sin duda, que se venga por estos lares.

Anónimo dijo...

Buen relato de un corredor africano y procedente de un país pobre y humilde, pero con mucha garra y sin complejos.

Por cierto, ¿ éste corredor no es uno de los que dejarán de participar en los JJ.OO. de Pekín y por culpa de la asquerosa contaminación que hay por allí ?

Sólo es una pregunta de un ignorante como yo.

Saludos. Alfa79 (asmático)

Anónimo dijo...

A Geb creo que ya no hay que descubrirlo como atleta; ya lo ha demostrado sobradamente, por lo que puede permitirse no ir a Pekín. ¿Excusas? Bueno, a mí, sinceramente, me da igual. Ahí están esas dos horas, 4 minutos. Lo que no es baremable es su grandeza como ser humano, para ello no hay carrera ni JJ.OO. que lo pongan en tela de juicio. Difícil encontrar deportistas que alcancen el mismo nivel atlético-humano. Grande Haile!
Gran entrada, "as usual."

Twister dijo...

Ya que os poneís con Induraín, que os parece Perico Delgado, el ciclista que llevó el ciclismo al pueblo y lo hizo grande...

Geb es un fenómeno, pena que no vaya a China, es un grande...

Jesús Lens dijo...

Javi, me alegro de que te gustara. Dicen que no corre en Pekín porque prefiere ir a los maratones de pago. No sería de extrañar. Entre el monósido de carbono de Pekín y los eurazos del maratón de Berlín...

Un tipo singular.

Si compite en los 10.000, su duelo con Kenenisa será histórico y memorable.