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A LA SALIDA

Una vez, inspirándome en el gran profesor, excelente literato, ameno conversador y gran humanista, Andrés Sopeña, inicié la presentación de un libro de Antonio Lozano, otro enorme y comprometido escritor, diciendo que le odiaba. Que le odiaba cruel y sañudamente. Y no mentía. Odiaba a Antonio porque, con su “Donde mueren los ríos”, había escrito la novela que me habría gustado escribir a mí.



Hoy, se une a esta nómina de escritores cordialmente odiados Dominique Manotti, cuyo “El cuerpo negro”, tanto nos gustara hace unos meses. Efectivamente, odio a Dominique porque ha escrito otra novela que me hubiera encantado escribir a mí. Si la de Antonio versaba sobre la tragedia de la emigración africana y las mafias que la controlan, “¡A la salida!”, publicada por la editorial Tropismos, es un brutal análisis de la salvaje sociedad capitalista neoliberal que impuso la socialdemocracia surgida de los partidos más radicalmente situados en la extrema izquierda.

Estamos a finales de los años ochenta y mientras las noticias que llegan de la Europa del Este hacen presagiar que algo está cambiando al otro lado del Telón de Acero, los socialistas franceses han ocupado el poder y se aprestan a revolucionar la economía del país. En su propio beneficio, por supuesto.



A lo largo de 250 vibrantes y esclarecedoras páginas, Manotti hablará de tráfico de drogas y prostitución, pero de forma tangencial. Porque la esencia de “¡A la salida!” es el fino, completo y riguroso análisis del modelo de corrupción impuesto por los magnates de los grandes conglomerados empresariales y los políticos que les ampararon. Con la complicidad y la connivencia, por supuesto, de burócratas, matones, funcionarios de medio pelo, putas, traficantes y arribistas de todo pelaje.

A través de una prosa cortante como el acero, ácida, escueta y directa, Manotti nos presenta al memorable comisario Daquin y a su grupo de inspectores. Unos polis de carne y hueso, ni ángeles ni demonios, cuyo jefe es un vocacional jugador de rugby, homosexual, dotado de un corrosivo sentido del humor hacia el que sus colaboradores mantienen una lealtad a prueba de bomba.



Modelo de jefe que toma decisiones, organiza equipos y sabe escuchar, Daquin monta una investigación modélica que le conducirá de mozos de cuadra de hipódromos y jockeis drogadictos a adinerados poseedores de caballos y fincas que terminarán por llevarle a la cúpula de algunas de las empresas más importantes del país.

Y, como meollo de todo ello, la especulación urbanística que, en París, hace y deshace fortunas a una velocidad vertiginosa. Información privilegiada, maletines que cambian de manos, OPAS bursátiles, regalos institucionales, cenas en restaurantes de postín... todo ello tiene cabida en una narración que, con el contrapunto de la Caída del Muro de Berlín, nos cuenta el origen de la sociedad del siglo XXI en que vivimos, con su especulación, redes sociales y tráfico de influencias.



Una novela cuya publicación tenemos que agradecer a la editorial Tropismos, que tiene en Dominique Manotti a uno de sus puntales literarios más sólidos y contundentes. Una novela para disfrutar aprendiendo cómo se genera la corrupción y cómo se lucha contra ella: con paciencia, con calma, con integridad, con arrojo y decisión, sin titubeos. Y, cuando llega el momento de enfrentarse a los realmente poderosos, con un buen par de pelotas.

Una novela imprescindible.

La frase: “Jefe, permítame decirle que no está usted en la onda. Actualmente, ya no es delito hacerse rico ilegalmente. Es una demostración de inteligencia y buen gusto. Sólo los mediocres siguen siendo pobres en los ochenta.”

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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4 comentarios:

El Foces dijo...

Paton, no viene a cuento PERO como dice Solbes que todos tenemos garantizados 50 mil heroes en caso de ruina, yo tambien? que bien, no?.En mi cc de la Caja tengo doscientos mas o menos, a ver si quiebra, coño!!!

Esto es como los 4cientos esos?

Dime, dime, que tu sabes de eso...

El Foces dijo...

PATOOON !!!! que son cien mil. Vamos, vamos, al crack rapido, que estoy tieso.

Anónimo dijo...

Paton yo te preguntaria : si un banco se aruina¿no tiene dueño? porque si yo me aruino, me sacan asta las tripas.

Jesús Lens dijo...

Porque la banca siempre gana!!!

Algún comentario sobre el libro!!!