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MIL DOLORES PEQUEÑOS

Hoy publicamos en la sección de Opinión de IDEAL este artículo que, espero, suscite polémica, controversia y debate, y que, con permiso de mi Alter Ego, José Antonio Flores, unimos al Proyecto Florens, que vuelve tras el letargo agosteño.

Escribía Jorge Garbajosa, hace unos meses, mientras estaba convaleciente de su grave lesión, (escribimos sobre ello en "Cúrate despacio aunque tengas prisa") que echaba de menos los dolores que todo jugador de baloncesto siente después de un partido. Los moratones de los codazos, los golpes en el costado y la cadera, los arañazos, los manotazos en los dedos, los dolores musculares tras someter al cuerpo a un castigo excesivo...



Y, aunque pueda parecer un poco demencial, coincido plenamente con Jorge: cuando estoy de vacaciones o en paro deportivo forzoso por alguna lesión o compromiso laboral, echo de menos esos mil dolores pequeños con que un grupo de rock de los noventa tuviera el acierto de bautizarse.

Mil dolores pequeños. Hace años que los vengo sintiendo. Y, lejos de molestarme o irritarme, me gustan. Porque te hacen sentir vivo. Como deportista aficionado y tardío, no he tenido grandes lesiones en mi vida. Y toco madera. Esguinces de tobillos y muñecas, claro. Alguna costilla fisurada, una ceja rota, alguna tendinitis... pero poco más. A Dios gracias.



Así, me gusta levantarme por las mañanas y, al salir de la cama, descubrir algún resto de dolor muscular, los tendones excesivamente tensos, alguna pequeña contusión o un crujido en las articulaciones que me recuerde que la víspera me fajé en un buen partido de baloncesto o forcé la máquina, intentando correr más rápido o más tiempo de lo habitual.

Igual que detesto los estragos de una resaca, por buena que fuera la cogorza, disfruto con las secuelas de una buena sesión de deporte y ejercicio. Por eso, también, me gusta practicarlos en condiciones extremas. Con mucho frío o con mucho calor. Con viento, lluvia, nieve y granizo. Así, las mejores y más excitantes travesías montañeras que recuerdo son las que hice con un tiempo de perros.


Nunca ganaremos nada, pero...

¿Y lo bien que pasamos?

Sé que es demencial, pero me gusta salir a correr en verano, a medio día, cuando el sol derrite el asfalto, en mitad de una ola de calor sahariano. O en invierno, cuando el frío polar hace que el sudor se te congele en las pestañas. Porque desafiar los límites, siempre dentro de lo razonable, te proporciona momentos de placer sin igual.



Mil dolores pequeños, que te recuerdan que eres humano, que eres carne y eres hueso. Que eres finito, frágil y débil. Que venimos del polvo, que polvo somos y en polvo nos convertiremos. Sí. Pero que, entre medias, podemos hacer mucho más que estar sentados en el sofá o tumbados en la cama. Podemos utilizar las potencialidades de nuestro cuerpo, educarlo, cuidarlo, mejorarlo y dulcificarlo. Y, aunque parezca contradictorio, para ello hay que maltratarlo. De vez en cuando y en su justa medida. Y de ese íntimo maltrato llegan esos incómodos, apreciables y necesarios mil dolores pequeños.



El pinchazo en una rodilla. Una uña del pie que se pone negra. Los gemelos sobrecargados. Los abductores demasiado estirados. Los codos, inflamados. O esas tendinitis en la tibia y el peroné, producto del sobreesfuerzo.

Los aficionados al deporte no vamos a batir ningún récord mundial ni a participar en las Olimpiadas. No aspiramos a aparecer en las portadas de los periódicos o a abrir los telediarios. De hecho, no pretendemos ganar carrera alguna... excepto la más importante de todas: la carrera contra el acomodamiento, la molicie y pereza.


Una carrera contra la permanente elección del camino más fácil que debe resultar toda una declaración de principios.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.



19 comentarios:

El Foces dijo...

Jesus date un espacio... o se te juntaran los dolores del deporte con los naturales de la edad, los cristalillos del urico a los Lens los mortifica... por lo que he investigado.

Pero si eres feliz, dale fuerte... como los placeres solitarios, daran gusto?

SGCI. dijo...

Madre mía... Qué vicio tienes, criatura.

Paco Montoro dijo...

Yo siempre digo que el corredor o deportista que no sepa convivir con esas molestias y pequeños dolores, corta va a ser su trayectoria deportiva.

Anónimo dijo...

Buena columna ......y lo de mil dolores pequeño mejor banda todavía y la idea de renombrar de vez en cuando grupos de "rock" tan fundamentales en la vida de uno es todo un placer .
son canalladas muy LENS .

Andrés Pérez Domínguez dijo...

Coincido contigo, Jesús. Yo también soy de los que no puede estar sin hacer deporte. Desde hace muchos años, una de mis primeras preocupaciones cuando me levanto es pensar en el rato que voy a tener para poder hacer deporte. Y es muy placentera esa sensación de haberte esforzado, pero esforzado de verdad, chorreando sudor, ducharte, sentir el calor de los músculos y levantarte al día siguiente con algo parecido a las agujetas. Las agujetas te hacen sentir vivo. Mucha gente no lo entiende, pero no tenerlas muchas veces es como si no te hubieras esforzado lo bastante.
Un abrazo,
Andrés

María Martín Calvo dijo...

Toda la razón tienes, capi. Yo juego al basket y claro, al ser la única chica al principio me tenían así, como respeto, pero sólo pasó durante los primeros cinco minutos. Cuando ellos vieron que yo daba caña... bueno!!! codazos, patadas, arañazos, golpes... (yo era la más bajita, yo no se que coño comen estos jóvenes de hoy en día que miden casi dos metros!)
Cuando termino ahí sudando, machacada, con dolor... ufff... eso significa que me he entregado y bueno... supongo que a eso se le llama euforismo...

Gregorio Toribio Álvarez dijo...

Si es que sarna con gusto no pica. Las lesiones si son graves hay que vigilarlas. Pero las pequeñas molestias hay que pasar de ellas relativamente, o no corremos nunca.

Ahora, lo del mediodía con los calores....

Anónimo dijo...

Coincido contigo al 99,99%. Lo que he pensado muchas veces corriendo, pasándolo mal, con calor, con el sudor metiéndoseme en los ojos... ¿Y Jesús, que sale a mediodía en agosto, el muy salvaje?
En cuanto a lo de los pequeños dolores, no hay ni un solo día en que no me duela nada, por pequeña que sea siempre tengo alguna molestia. Lo que me recuerda que el día anterior hice los deberes. Lo que reconforta, tranquiliza y centra.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Coincido contigo al 99,99%. Lo que he pensado muchas veces corriendo, pasándolo mal, con calor, con el sudor metiéndoseme en los ojos... ¿Y Jesús, que sale a mediodía en agosto, el muy salvaje?
En cuanto a lo de los pequeños dolores, no hay ni un solo día en que no me duela nada, por pequeña que sea siempre tengo alguna molestia. Lo que me recuerda que el día anterior hice los deberes. Lo que reconforta, tranquiliza y centra.
Un abrazo

Jesús Lens dijo...

Javi, pero yo entreno a muchas menos revoluciones que tú. No es comprable. Tú eres un maquinón.

En serio, ¿nadie que piense que somos unos dementes, unos chalaos, unos colgaos y unos enfermos?

Jesús Lens dijo...

Jardinero, yo recuerdo al grupo de un recopilatorio. Los años del primer Festimad, etc. Qué tiempos. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bueno Jesús, decirte que el artículo de hoy lo he leído primeramente en el períodico, y luego he venido aquí a ver las imágenes y casi me da un yuyu cuando he visto el huevo ese del pie... en fin, que un artículo muy chulo, para los que os gusta el deporte... yo cuando me muevo (que es poco y de tarde en tarde) me salen esos "mil pequeños dolores" y no veas de quien me acuerdo... aunque tengo que reconocer que cuando me muevo, por poco que sea, me siento mucho mejor, que estoy anquilosá!

Saludos.

Onio dijo...

Hombre algo de colgaos si que tenemos por que sino no se explicaría eso de correr hasta no poder mas, eso de "cuanto peor, mejor". Pero hay está la gracia del asunto, que elegimos la "locura" dándola por buena, pareciendonos que es la mejor de las posibles elecciones y para colmo disfrutando con ella.
Así que si, estoy un poco loco, ¿y qué?

El Foces dijo...

Despues de leeros resumo:

SARNA CON GUSTO NO PICA

Unknown dijo...

cuidado!
esas zapatillas delatan que el dueño pisa mal
y te pueden doler las rodillas ma vale pisar al esterior que al interior
deporte pero con cabeza
me he picao me voy a correr

Jesús Lens dijo...

Las zapatillas eran mías. Piso fatal. A ver si voy con mi amigo Javi a una tienda del Zaidín a que me estudien el pie!

No renuncio, ni mucho menos, a una cierta dosis de locura y demencia, creo que sana, en cuanto al deporte.

José Antonio Flores Vera dijo...

Cuánta verdad en ese artículo Álter..

Anónimo dijo...

Por las mañanas, cuando nos levantamos casi siempre hay dolor, que puede ser de dos tipos: 1. por no haber hecho nada el día anterior nada más que sitting (aunque sea currando) o tumbing, 2. por haber hecho ejercicio.

Prefiero sin duda el 2. Por lo menos, habré hecho algo.

Claro

Jesús Lens dijo...

Claro, están, efectivamente, esos otros dolores. Los dolores de la inacción o la inactividad. Los dolores del paso del tiempo.

Muchan más los mil dolores pequeños, activos, que sabía que ibana gustar a José Antonio.