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GRANADA, SLOW TOWN

Queridos amigos, aunque el cuerpo nos pide hablar de Senegal, de la ciudad de San Louis o de la reserva natural en que estuvimos ayer, donde estuvimos, a pie, a unos metros de dos enormes rinocerontes, el cansancio es supino.


Ayer nos levantamos a las 7 y en el avión apenas hemos dormido un par de horas. La sobremesa la hemos pasado sesteando, mientras el Chelsea aniquilaba al Arsenal y luego nos hemos solazado con la victoria del CB Granada sobre el Pamesa, con Álvaro y su preciosa Leire.



Me gustaría hablar de nuestros compañeros de viaje, tan distintos y tan estupendos, de algunas curiosidades de la gastronomía africana, de la música de sus tambores y el descaro de sus bailarinas, de la recepción en los colegios, cuando les dejábamos el material escolar que llevábamos...

Pero es tarde y se me cierran los ojos. Apenas un sandwich y a la cama.



Antes, dos cosas: compren mañana IDEAL, que sacamos un reportaje de cine que, espero, os guste. Y, claro, ¡la columna del viernes pasado... a ver qué os parece.


Resulta que Granada es una Slow Town y nadie nos lo ha explicado. Granada, sin saberlo, se ha puesto a la vanguardia europea de un concepto, el de ciudades lentas o ciudades tranquilas, que se impondrá de un tiempo a esta parte en el Viejo Continente.



El concepto slow (lento) surgió como contraposición a ese nocivo “fast” que, importado de Norteamérica, nos metió la comida basura en la dieta y el stress en la sacrosanta hora de comer. Por eso, como reacción a tanto alimento de ínfima calidad, ingerido a velocidad de vértigo, surgieron iniciativas que nos invitaban a comer despacio, a masticar los alimentos y, en pocas palabras, a recuperar el placer de una buena comida tranquila y sosegada, en buena compañía, con larga sobremesa.

De la “slow food” hemos pasado a las “slow towns”, ciudades hechas a la medida del hombre, reposadas, peatonalizadas, por las que se puede pasear tranquilamente y en las que las prisas no son buenas consejeras.



¿Han reparado en dos de los acontecimientos deportivos más importantes que se han celebrado en Granada en las últimas semanas? Por un lado, los veteranos del Granada CF y los del Real Madrid se echaron una pachanga que, días después, fue reeditada en versión tenística, con los Borj, McEnroe, Bruguera y Sánchez Vicario luchando a brazo partido por esas bolas que siempre entraban.



¿Qué necesidad tenemos, en Granada, de ver fútbol de primera división o tenis de verdad en esta nuestra ciudad lenta? Aquí, sabido es, las cosas de palacio van despacio y nunca es tarde si la dicha de ver a Santillana o a Borj es buena, aunque haga lustros que se han retirado.

Vivimos en una ciudad lenta que, por tanto, puede presumir de esos imponentes atascos que ralentizan la insensata velocidad a que algunos quieren conducir; propiciando que tardemos tres horas en llegar a las playas o a la Sierra. Una ciudad lenta en que el AVE llegará con la reductora bien metida y al metro terminaremos por llamarle “El Caracol”, por la velocidad que nos trae. Granada, una ciudad lenta que puede vanagloriarse de tardar años y años en resolver el contencioso de la churrería del Centro Lorca, en la que se pueden contemplar, in situ, los nocivos efectos del paso del tiempo en un barrio histórico como el del Albaycín y en la que ponerse de acuerdo sobre cualquier cuestión les lleva a nuestros regidores meses de debates estériles e infructuosos.



Y es que no es fácil estar a la moda. Ser una Ciudad Lenta requiere del esfuerzo y la complicidad de todas las fuerzas vivas del entorno. De hecho, más que vivas, esas fuerzas tienden a ser moribundas, para estar a tono con la falta de empuje, ánimo, brío e impulso que nos caracteriza. Eso sí, quizá deberíamos recordar a San Agustín, cuando decía que la ociosidad camina con lentitud y que por eso, todos los vicios la alcanzan.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.



12 comentarios:

Anónimo dijo...

me alegro de que por fin ya estés en casa, aunque visto lo visto (mejor dicho: leído lo leído) no sé si decir eso de "sano y salvo" jejeje

Ahora, a descansar para volver a escribir a tope y deleitarnos con tan buenas lecturas. Yo también ya he retomada la actividad bloggera, pues también he regresado, y sano y salvo (de hecho, con un par de kilos más; ¿quién dice que no a los borrachuelos, arroz con leche, leche frita, torrijas...?)

Un saludo

Anónimo dijo...

Me alegro que estéis de vuelta a casa -y con 25 ó 30 ºC de diferencia, seguro-.
Pero se nota que vienes con ganas, y es que claro, después de unos días en África se entiende perfectamente como -aunque cansado- vendrás con las pilas algo más cargadas. Ya nos contarás.

Saludos. Alfa79

Jesús Lens dijo...

Sí. Uno viene con ganas de hacer, contar, escribir... a ver si ponemos orden en todas las cosas y nos tiramos al teclado. Pero tenemos un jaleo papeles que es tremendo.

Gracias chicos, por esa bienvenida.

PD.- En el Senegal, to también he engordado.

Anónimo dijo...

Vuelves repartiendo estopa, me parece bien, lo de slow town, un hallazgo.

Jorge

Twister dijo...

Bienvenido Jesus, ya comentaremos, yo hoy voy a andar liado, tengo que contaros Salamanca y sus cosas.

Saludos

Anónimo dijo...

Ciudades lentas, agobiantemente lentas, las hay a montones en mi país, la Argentina, sin necesidad de que ninguna comisión de notables las designe como tales. No las identificaré –por aquello de nombrar el pecado pero no el pecador-, pero cualquiera que salga de la trepidante Buenos Aires las encontrará sin necesidad de que nadie lo guíe. Ciudades que duermen una siesta sólo interrumpida por las “horas pico” –entre las 10 y las 12, por la mañana, y entre las 6 de la tarde y las 8 y media de la noche-. A esas horas todo el mundo sale a atropellarse en las calles principales, si las hay. Pero es un juego. Juegan a ser habitantes de grandes urbes. ¿Se vive mejor? No sé. Hay más tiempo para todo. Para las charlas de café, los encuentros entre amigos, los romances. Pero también para el cotorreo cruel, la descalificación, las miserias en carne viva y ajena.
Bienvenidos a casa, Patón y compañera, los extrañábamos.
Guillermo

Anónimo dijo...

Sí, si, Granada es una "ciudad lenta", aunque tan sólo lo es por sus desacuerdos y la multiplicidad caótica.
Yo sí que recuerdo aquella Granada tranquila, lenta, bella, de auténtico disfrute. Un lugar, por donde podías pasear, tapear, moverte y recrearte sin límites.
Hoy, Granada es una caricatura de un Madrid o cualquier otra mega-ciudad, pero sin los beneficios y el progreso que se le debería suponer.

Saludos. Alfa79

Houdini dijo...

Que fotos más bonicas, oiga!!!

EN este viaje (ah, si, yo también lo he disfrutado) han pasado muchas cosas inolvidables ya para mi.

También hemos reforzado sin querer nuevas amistades, quizás peligrosas...

Me gustó la idea del bloguero. Nunca he escrito en un blog. Es mi primera vez. Sirva como iniciación.

Creo que me va a gustar...

Gracias Jesús.

Seguimos...

plof!
(desaparezco por el foro)

Jesús Lens dijo...

Miguel bienvenido y no te alejes de estos lares, que lo pasamos bien por este mundo.

Me alegro de que el artículo siga teniendo actualidad y siga cosechando lecturas. Hay que volver a África continuamente, de forma real y de forma figurada.

Compae, que bueno es estar rodeados de buena gente.

Jesús Lens dijo...

Anda que... nada dije de esto de las ciudades lentas. La vida en provincias tiene sus pros y sus contras, pero lo de Granada y la frustración de sus proyectos más emblemáticos es algo asqueante.

Guillermo ¿irás a Carmona este año?

Javier Callejón dijo...

Irónica descripción de una “slow town”. Y sigo leyendo lo atrasado. Por cierto, vaya viajecitos que te pegas.

Jesús Lens dijo...

Javier, siempre que odamos y mientras podamos, viajaremos.

África. Hay que conocerla. porque conocerla es amarla.